Hago cola en una tienda de electrónica. El cliente que va delante de mí pregunta mucho, duda después, saca cosas de sus bolsillos, duda de nuevo, y todo con un acento gallego tan cerrado que cuesta –aún más– entenderlo. Cuando se decide, el dependiente le mete lo suyo rápido en una bolsa y le dice: “Bueno, muchas gracias. ¿El siguiente?” El otro pregunta tímidamente: “¿No me cobra?”. Y entonces el dependiente suelta un suspiro de alivio: “ M'había olvidao. Menos mal que es usted gallego…” Qué antinacionalista andaluz ha resultado el dependiente, capaz de ver, admirar y celebrar a los españoles de otras regiones. Y a mí me entra un paradójico orgullo de ser andaluz, que el dependiente me perdone.
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Es que admirar lo ajeno nos enaltece (como despreciarlo nos rebaja.
ResponderEliminarJilguero
¿Sólo un gallego es capaz de recordar al comerciante que éste no le ha cobrado? ¿acaso un andaluz procura, en tal caso, callarse? Yo personalmente creo que, en todo caso, se sea andaluz, castellano,catalán o asturiano se puede actuar de ambas formas, todo es cuestión de principios.
ResponderEliminarClaro, yo soy andaluz y se lo hubiese recordado. El dependiente estaba exagerando mucho, como buen andaluz, y alabando la honradez del gallego. Al público de la tienda, andaluz, en su inmensa mayoría, no le ofendió la cosa, porque por acuerdo tácito accedimos a rebajarnos un poco para tener ese detalle con el gallego.
ResponderEliminarSiento no haber entendido a la primera la situación tal como ahora me la explicas. Acaso sea por que los del norte somos demasiado cuadriculados (al menos, yo)
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