martes, 5 de julio de 2011

Eheu fugaces!


En las calles de mi pueblo montan mesitas para vender los productos del tiempo. Ahora, caracoles y brevas; hace nada, espárragos; en verano, higos chumbos; en septiembre higos; en otoño, castañas y  alcachofas. Hay toda una rueda gastronómica, humilde, que gira acompasada con la rueda del año y sus estaciones. Y esos productos están tan buenos, se compran y cocinan con tanta alegría, que uno casi lamenta que el progreso, la importación y los invernaderos hayan convertidos en perennes tantos otros frutos y frutas. “¿Por qué gustan tanto los de temporada?”, me pregunto. ¿Será que al tomarlos cogemos en las manos los tiempos fugaces y nos hacemos la ilusión de que corren para y con nosotros?

3 comentarios:

  1. El otro día me contó mi novia un documental que va sobre las ventajas de consumir productos de temporada, no creo que se aducieran motivos tan bonitos y acertados como los que apuntas.

    Junto a esto, no se sabe por qué, consideramos que es muy humanitario traer una calabaza de Brasil, en lugar de Albacete. Nos gustan viajadas, supongo.

    José Luis

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  2. Muchas gracias a ambos por darme unos ánimos tan a tiempo y tan sabrosos.

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