sábado, 16 de julio de 2011

Precisión

Mario Quintana, que no se equivoca casi nunca, nos cuenta: “Lumbago. Apenas puedo moverme. ‘Paciencia, paciencia…’, me dice doña Glorita, que me trae el café a la cama. ‘¿Usted no tiene fe? Ofrezca sus sufrimientos a Dios.’ Lo gracioso es que lo dice en serio. Yo me pregunto qué diablo de Dios será ese… Y recuerdo eruditamente estremecido los sacrificios humanos ofrecidos a Moloch. Ah, doña Glorita, ¿sabe una cosa? Sospecho que, si dios cambió, los creyentes continuan siendo iguales”. Se le va un pequeño matiz a Mario. Los sacrificios ofrecidos a Moloch eran de otros. Y los que son gratos a Dios son nuestros sufrimientos, y no por sufrimientos, sino por nuestros y entregados. El matiz es fundamental.

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