Pedro Sevilla acaba de publicar sus memorias, tituladas La fuente y la muerte. Describe su infancia de postguerra campesina en Arcos de la Frontera y de padre emigrante en Alemania, y lo hace con una belleza áspera impresionante. Dedica casi un capítulo completo a describir la alegría de entonces, más honda y más a flor de piel que la de ahora, donde tantas cosas nos sobran, dice. Pero remata su texto con una frase poco feliz: “La alegría es la venganza de los pobres”. Qué pena. A un escritor tan fino como él no debería habérsele pasado que al convertirla en vengativa la rebaja o la mancha. La alegría es, como nos había demostrado en los párrafos anteriores, la fortuna purísima de los pobres.
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La alegría de los pobres sería la envidia de los ricos, si éstos se dignaran reparar en ella. Los pobres tampoco suelen advertir la infelicidad de los adinerados; efectivamente, y por fortuna, no suele haber venganza.
ResponderEliminarJilguero
No estoy muy de acuerdo, Enrique. A mí me parece finísimo y tremendamente feliz. De lo que se venga la alegría es de la misma pobreza. Lo que hace en esa frase, con la misma belleza áspera que describes, es poner frente a frente, como enemigas, a la pobreza y a la alegría. La pobreza agravia al pobre con preocupaciones y angustia, ese es su acompañamiento habitual y el guante que, además de las carencias, le tira a la cara, como gozándose en ello. El pobre le devuelve el agravio, se venga, ofendiéndola con su alegría. La alegría no se rebaja ni se mancha por vengarse de la pobreza, sino que aparece como una conquista, como una alegría victoriosa.
ResponderEliminarA
Un pequeño detalle: esa frase de "ahora, donde tantas cosas nos sobran", es un tópico poco feliz. Hay mucha gente (empezando, sin ir más lejos, por la gran mayoría de los parados) a la que no le "sobran" tantas cosas. Decir eso es pensar poco en los demás, menos afortunados. Es, me parece, un pensamiento estadístico: "en términos generales...". Pero la realidad no conoce "términos generales"; de ahí lo de "mentiras, grandes mentiras y estadísticas"; de ahí lo del que se come el pollo entero y deja sin comer al otro, para que la estadística diga que cada uno tuvo medio pollo. Quizá convendría pensar alguna vez, antes de escribir cosas como ésa, que a menudo, para que tengamos un pollo entero y "nos sobre", alguno, o muchos, tienen que quedarse sin comer, o comer bien poquito. Y a ésos seguro que no les sobra nada.
ResponderEliminarQué alegría tu desacuerdo, CB. Admiro mucho a Pedro Sevilla y me alivia pensar que el pequeño lunar que creía haberle encontrado no lo es tal. Yo hubiese preferido, más en línea con Jilguero y por seguir con tu magnífico comentario: "La alegría es la conquista de los pobres" o "La alegría es la victoria de los pobres", pero puedo pecar de híspido moralista, y me alegro por Pedro Sevilla.
ResponderEliminarMuy interesante también el comentario de Marinero. Yo estoy básicamente de acuerdo con él, pero queda un matiz bien bonito. Pedro Sevilla escribe (y es una característica suya muy única hoy por hoy) desde un pueblo pequeño. Tiene un poema magnífico donde compara las distintas percepciones del tiempo según sea en la ciudad (circular y confuso) y en el pueblo (en línea recta). Pienso que ese tópico, en un pueblo donde todos se conocen y se puede comparar muy bien el término general, no es tan tópico. Me temo que no me explico bien. Quizá valdría decir que en los pueblos pequeños todos pueden ser un poco sociólogos. Gracias a todos por afinar tanto.