Como todo nos habla, me preguntó qué querrá decirnos la paradoja de que para ordenar una biblioteca haya que desordenarla tanto. O qué que salgan precisamente con agua las manchas de humedad. Todo nos habla, aunque no entendamos el idioma casi nunca. Sin embargo, lo que me querían decir las estacas que trataban de enderezar los jóvenes árboles del parque sí lo he entendido bien y a la primera esta mañana. Las estacas son maderas muertas, pero sin ellas se torcerían irremediablemente los arbolillos. Recordé a mis muertos, cuya memoria me mantiene erguido y recto, tratando de hacerme digno y grande. Alegres, los arbolillos agitaban sus tiernas ramas verdecidas, guiñándome, como a un colega.
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Bellísimo.
ResponderEliminarQué cierto, Enrique.
ResponderEliminarHe leido la entrada esta mañana.
ResponderEliminarHe vuelto a casa este mediodía mirándome a los arbolitos con otros ojos.
Parecian agradecer mi sonrisa complice.
Gracias¡