Este periódico le ha costado un euro y medio, o menos, si es suscriptor, o nada, si lo compró su empresa o se lo ofrecieron en el avión. Mi preocupación, en cualquier caso, es otra. A mí La Gaceta me paga por esta columna 60 €, y mi compromiso moral consiste en que usted salga de leerme enriquecido 58,5 € como mínimo.
Si mira sus bolsillos cuando llegue al punto final, no encontrará, lo siento, esos billetes. Son simbólicos, pero son. El dinero, además de un medio de cambio, es una medida de valor. Para muchos la única, y por eso tenía mucha razón Machado al avisar de que “todo necio/ confunde valor y precio”.
Pero uno, aunque sólo sea para llevar sus cuentas claras, aspira a que el valor de sus columnas, sin confundirse, coincida al menos con su precio. Hoy lo hace seguro, porque la cita de Machado vale su peso en oro. Tanto si no la conocía como si yo sólo se la he recordado, no es lo mismo encarar una dura jornada laboral teniendo claro que más allá de los vaivenes del mercado y sus precios volubles está la tierra firme de los valores.
Aunque Maquiavelo nos aconseje vivamente no publicar nuestras intenciones para no decepcionar al respetable y para que no nos las exijan luego, y aunque sea tan difícil de cumplir, mi deseo aquí para el nuevo año es que todos ustedes hagan un negocio redondo conmigo, leyéndome. Y que lo hagan muy felices, desde luego.
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