viernes, 21 de junio de 2013

Tiene cura


Si piensa usted que Gustavo Adolfo Bécquer es poeta de adolescentes la cosa es grave, y es más y piensa que lo es de pre-adolescentes, todavía es más grave; pero no se preocupe: hay tratamiento y tiene, si se siguen los pasos, un 100 % de probabilidades curación. 




4 comentarios:

  1. Para quienes piensen eso de los adolescentes, o preadolescentes, puede servir esta cita de un artículo de Fernando Ortiz, recogido por ejemplo en la antología que preparó José Mateos para Pre-Textos, de título "Contraluz de la lírica", y por donde cito (pág. 132): "Le comenté a Jaime [dice Fernando] que él había logrado en algunos de sus poemas, por los finales de verso en aguda, por ciertos rasgos coloquiales, por la maestría en el verso de arte menor y la rima asonante, por la manera entusiástica con la que comienza a hablar de ciertos temas que pudieran calificarse de elevados, como quien entra en un mundo mágico, para terminar burlándose de ellos con ironía que puede llegar al escepticismo e incluso al cinismo... En suma, terminé comentándole que existían tantos paralelismos entre él y Bécquer, que bien podía considerarse él un Bécquer de hoy. Y él, tan orgulloso, agachó la cabeza y me respondió: 'Ojalá. Pero no creo que llegue a tanto. Bécquer es milagroso'".

    Y, para quien quiera una visión de Bécquer alejada de los tópicos más-o-menos-adolescentes al uso, el breve libro (no llega a cien páginas) de Pere Rovira, también en Pre-Textos y titulado "Cuando siento no escribo", me parece altamente recomendable.

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  2. Por cierto: acabo de darme cuenta (perdón) de que no identifico más que con el nombre de pila al protagonista de la anécdota; se trata, naturalmente, de Jaime Gil de Biedma.

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  3. Nada que perdonar, se entendía, pero así no se me pasa agradecerle mucho el dato. Curiosamente el conferenciante consideró un signo de la antigüedad de Bécquer esas rimas en asonantes, que yo veo también que JGdB muestra bien actuales.

    Me apunto el libro de Pere Rovira, que no es (hasta ahora) santo de mi devoción, pero quién sabe si Bécquer obrará el milagro.

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  4. ¡Pere Rovira comprado! Ya le diré.

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