Ese mirar la realidad sin esquemas retóricos o románticos concede una finura de análisis estético a Manolo Hugué que pasma. Confiesa: “La sola denominación de arte moderno me produce un asco espantoso, porque de hecho no hay más que un arte”. Y subraya: “Si el poeta de hoy sale discreto e intenso de verdad, entonces es como un antiguo. No hay ningún tipo de diferencia”. Se da cuenta perfectamente de la situación a la que habían llegado las vanguardias artísticas y se hace una composición de lugar indiscutible: “La encrucijada era clara: o volver a las simples formas eternas o entrar francamente en la farsa y lo cómico”. Lo más admirable es que acepta no sólo la encrucijada, sino el precio que habrá de pagar con ello con un aforismo impagable: “El que es eterno nunca es oportuno“.
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Recientemente Gregorio Luri escribía en su blog "El café de Ocata" algo que iba en la misma línea. Platón es actual porque es clásico.
ResponderEliminarEn el fondo, la vanguardia por la vanguardia nace caducada.
Gracias por el comentario, muy atinado y juanramoniano. El aforismo final, lo hago mío. Lo paso a la página de Ambos Mundos. Abrazo,
ResponderEliminarE.