sábado, 2 de abril de 2011

Elogio del espejo


Aunque ahora se nos enfaden Hugo Chávez y Evo Morales, los indígenas americanos hicieron un negocio redondo con el descubrimiento y la colonización. Cambiar sus religiones, a menudo sangrientas, por la fe católica fue un chollo que quizá el único que no vea claro sea el burgués posmoderno, muy amante de la diversidad antropológica, pero más convencido aún de que él en particular no va a acabar tendido en un altar con su corazón humeante en el puño de un sacerdote azteca que en la otra mano sostiene un cuchillo de obsidiana aún goteante. La oferta, para colmo, incluía un dos por uno, y los indígenas se llevaron de regalo el idioma español, que no está mal, pues les daría, con el rodar del tiempo, para leer a Santa Teresa y a J.R.J., entre otros, y para escribir la obra de Alfonso Reyes o de Jorge Luis Borges. Incluso en su imagen más ingenua, la de los indios cambiando pepitas de oro por espejitos, tampoco hicieron el indio.

Un espejo encierra el mundo. ¿Qué es el amarillo brillo del oro sino un sonoro ripio comparado con los infinitos colores que caben en el cristal limpio de un espejo? El universo, a través suyo, tiene un no sé qué de transfigurado. San Pablo afirmó que vemos como en un espejo y que sólo en el Cielo lo haremos de frente. Tal vez un espejo corrija el otro espejo de nuestra invertida visión terrenal, y por eso todo en él adquiere un halo glorioso.

Lo debió de percibir Stendhal cuando propuso que la novela tiene que ser un espejo situado al borde del camino. No hablaba, estoy seguro, de copiar y firmar, como un notario. Reflejar la vida con un plus de exactitud y de magia, ése es el secreto de los espejos y del arte. Un secreto que los niños saben: se maravillan con ellos como con el mercurio o los imanes. También lo saben las monjas de clausura, según lo que nos contó Martínez Sierra en Canción de cuna de aquella monjita joven que se divertía reflejando el sol con un espejo sobre los gruesos muros del convento.

Han tenido muy mala fama en la moral y en las costumbres, aunque no se entiende por qué. Con los años, enseguida, se convierten en un adusto emblema barroco: tempus fugit. Los de casa, más domesticados, son piadosos; pero los que te sorprenden por la calle te dan un mordisco y un vuelco al corazón.

¿Qué falta le hacía a Dorian Gray un retrato mágico que le mostrase el estado de su alma? La superficie de un espejo cualquiera es la mejor herramienta para un hondo examen de conciencia. Hay que ponerse allí y aguantarse la mirada a uno mismo. Muchos —no sólo los políticos y los poderosos— temerán todavía más que verse criticados en público el momento ése inevitable y final de quedarse solos ante su imagen. Hay que ser muy valiente y muy bueno para preferir un espejo a un trozo de oro.

7 comentarios:

  1. Es un artículo excelente: asombra que le pueda escandalizar a nadie.

    ResponderEliminar
  2. No es una cuestión de "escándalos"; es, simplemente, que aquí se da una visión lamentablemente sesgada y parcial de algo que fue infinitamente más grave. Se habla de las religiones nativas, "a menudo sangrientas"; no se dice una palabra de las consecuencias dramáticas de la colonización. Aquí va algún dato:

    1) El investigador estadounidense H. F. Dobyns ha calculado que un 95% de la población total de América murió en los primeros 130 años después de la llegada de Colón.

    2) Es cierto, de todas formas, que en una parte imposible de calcular con exactitud, pero sin duda muy grande, el exterminio se debió a enfermedades llegadas de Europa. Pero, según Robert McCaa, el rol de las enfermedades no puede ser entendido sin tener en cuenta el cruel tratamiento a que se sometió a la masa de la población nativa (migración forzada, esclavitud, demandas laborales abusivas, y tributos exhorbitantes) y la devastación ecológica que acompañó la colonización española.

    3) Respecto al gran negocio que supone cambiar oro por espejitos, no diré a EGM que le cambio su reloj de oro, o su cadena, o su alfiler de corbata (en fin, el oro que tenga o pueda conseguir) por un hermoso espejito, a pesar de todas las ventajas que él dice que le ve al trato; no quiero ponerle en ese compromiso. Es obvio sin embargo que, por más sofismas que él emplee, en ese trueque se abusa de la buena fe del indio. Con toda seguridad, el conquistador que lo ofrecía no pretendió nunca regalarle un emblema o una metáfora a cambio de su oro, sino simplemente engañarle.

    El resumen es que el artículo da una imagen del todo distorsionada y falsa de algo que fue un monstruoso abuso y una tragedia. Fue más cosas, ciertamente; el problema es que aquí se pretende justificar, mediante evidentes sofismas, lo injustificable.

    ResponderEliminar
  3. Pobres progres, qué poco les gusta España y qué prestos están para sumarse a las críticas maniqueas con tal de que España quede mal parada. Se entiende por otra parte su afán revolucionario de dejarla de tal forma que no la conozca ni la madre que la parió.

    Da igual que sus modelos foráneos sean más sanguinarios e inicuos (Revolución Francesa), con tal de que sean antiespañoles les basta.

    ResponderEliminar
  4. Cito en mi mensaje unos pocos datos que ilustren y aclaren la situación; podría citar muchos otros. Digo, también, que cambiar a un indio un espejito por su oro es abusar de su buena fe, y que EGM, que tanto elogia ese trueque, no estaría dispuesto a repetirlo, entregando él oro a cambio del espejito. "Dal" concluye de eso cuáles son mis "modelos"; sabe más que yo, que los desconozco.

    Lo que yo digo son cosas veraces, o que tengo por tales, y que apoyo con datos. Él no contradice ninguna; se limita a sugerir que soy "antiespañol". Qué le vamos a hacer; por muy amigo que sea de España, y lo soy, más aún lo soy de la verdad. Y, si la verdad es "antiespañola" (yo creo que no, aclaro, y que el adjetivo es sólo un desahogo de quien no tiene argumentos), el problema sería de España, me temo.

    Pero no es el caso: el problema es sólo de gente que, como parece ser el caso de mi contradictor, cree que únicamente desde la adulación acrítica se puede amar a un país. También Franco tenía por "antiespañoles" a quienes tuvieran la osadía (y el valor) de criticar su dictadura; la historia es vieja.

    ResponderEliminar
  5. Marinero, se queda usted corto. O McCaa y el otro. Murió el 100 % de la población indígena que había cuando el descubrimiento y mucho antes de los 130 años de la llegada de los españoles. ¡A los 100 años todos calvos! También los conquistadores, claro.

    Lo de los espejitos y el oro no lo he contestado no porque me parezca un argumento irrefutable, hombre, sino porque me parece una chorrada. Se trataba, siento tener que explicárselo, de una metáfora: el oro es poco comparado con una nueva visión de la vida en su totalidad, con vida eterna y todo. En ese espejo situaba la visión de san Pablo de ahora y la otra, etc. Pero la verdad es que se me queda cara de idiota explicando una figura retórica. Es como explicar un chiste, pero peor, si cabe. En fin, a estas bajezas me fuerza usted. Asumo mi cara de idiota: la cuestión es si esa visión les compensó o no a los indígenas y si la colonización española tuvo más luces que sombras. En vista de cómo la defendieron (recuerde usted que fueron los grandes luchadores por la causa de España en las guerras de la Independencia frente a los enriquecidos criollos), y cómo siguieron defendiéndola y siguen, creo yo que no han pensado nunca que hicieron tan mal negocio. Y yo lo creo con ellos.

    ResponderEliminar
  6. Sólo una precisión a EGM: me parece que es obvio que el significado de la frase sobre el 95% de la población indígena no es el que él (interesada o ingenuamente, no lo sé) le da, sino el que cualquiera entiende: el 95% de la población indígena había sido exterminada en aquella fecha; sólo sobrevivía el 5% restante. (A mí, por cierto, no se me queda ninguna "cara de idiota" explicando algo que, en mi opinión, debería ser obvio. Ni creo cometer una "bajeza" al hacerlo. Me pregunto, eso sí, si de veras EGM no me comprende, o sólo finge interesadamente no comprenderme).

    La opinión de que los indígenas hicieron un pésimo (y trágico) negocio con la colonización no es sólo mía, ni sólo de la "leyenda negra" antiespañola. Por citar un sólo ejemplo, le copio un aforismo de Lichtenberg: "El primer indígena que se encontró con Colón hizo un descubrimiento atroz".

    En fin, en su respuesta EGM se refiere de pasada a "si la colonización española tuvo más luces que sombras", con lo que parece admitir la posibilidad de que también tuviera sombras. Si hubiese empezado por ahí, yo no hubiera dicho lo que dije, y repito: su artículo -que no menciona para nada semejante posibilidad- encierra "una visión lamentablemente sesgada y parcial de algo que fue infinitamente más grave". Yo decía en mi primera respuesta que la colonización española no fue sólo un horror; "fue más cosas, ciertamente". Eso, el no querer ver los dos lados de algo cuyo lado trágico fue, sin embargo, tan inmenso, es lo que yo le reprochaba.

    ResponderEliminar
  7. Me censura una amiga, que ha leído esta entrada y mis notas, lo que le parece agresividad personal en mis respuestas. Creo sinceramente que no hay tal; mi admiración y respeto personales a EGM, que he declarado en otras entradas, siguen intactos.

    Si yo hablo, por ejemplo, de "que aquí se pretende justificar, mediante evidentes sofismas, lo injustificable",es porque imagino que EGM no ignora (y así parece confirmarlo el que hable en su respuesta de "luces y sombras") que la colonización española de América tuvo dos lados, uno trágico sin duda, pero también otro valioso y enriquecedor. Y me parece que, no ignorándolo, no habla sin embargo de ello, con lo que da una visión parcial de la realidad.

    Pero en absoluto supongo que lo haga, si es el caso, por voluntad deliberada de falsificación, sino porque su convicción (legítima y honesta, sin ninguna duda) le arrastra, a mi parecer, más allá de lo que es justo.

    Puedo equivocarme. No me equivoco pidiendo perdón a EGM si en ésta o en cualquier otra ocasión se ha sentido personalmente atacado por palabras mías. Bórrelas, siquiera imaginariamente. Como ya le he dicho en estos foros en otras ocasiones, y me complazco en repetir ahora, ojalá hubiera mucha gente como él.

    ResponderEliminar