sábado, 7 de noviembre de 2015

El método Carmena es sólo para Carmena

Ley del embudo



Al editar el artículo se han destrozado varias frases. No hay que ver fantasmas, sino errores. Quizá porque puse € en vez de euros (para ganar espacio) y me lo han cambiado, supongo que por el libro de estilo del Diario, me han hecho polvo otras frases, buscando abrir hueco. En todo caso, pongo aquí el artículo tal y como lo mandé a la redacción:

Ley del embudo  Choca que el tripartito de izquierdas que gobierna El Puerto penalice a las familias numerosas con un recorte radical en las bonificaciones del IBI. Entre otras cosas, porque ayer no más se argumentaba que la estancia de Manuela Carmena en Zahara de los Atunes en un adosado que costaba casi 4.000 € a la semana no habían sido unas vacaciones lujosas, qué va, para nada, ya que los veraneantes fueron ocho, y había que dividir. O sea, como si un restaurante exquisito, cuando pagan a escote los que comen, se transformase ipso facto en un fast food. Lo extraño es que los de Podemos y compañía se nieguen a aplicar ese mismo argumento financiero a las familias de su pueblo. Hasta ahora había una escala de bonificaciones según el número de hijos y el valor catastral de la vivienda que incluía hasta las casas de 132.000 €. Ahora, las casas de menor valor tendrán mejores exenciones, y me alegro, pero éstas se cortarán en seco en cuanto el inmueble supere el valor catastral de 99.990 €, y se rebajaran bastante a partir de las casas de 66.660 € para las familias muy numerosas, al no tener en cuenta ni uno más de cinco hijos. La escala anterior contaba hasta los ocho. Ocho fue el número justo de veraneantes de Carmena. Se ve que la ley del embudo es de aplicación universal. Universal y doble, porque los ingresos que el ayuntamiento recibe de la administración central dependen en su mayor parte del número de habitantes. Esos niños que van del quinto para arriba cuentan para poner la mano, pero no al revés, y dejan de contarse cuando se trata de echar una mano a sus familias. Podemos ponernos demagógicos, por supuesto, y hablar del distinto valor catastral y preguntarnos por qué habría que aplicar ventajas fiscales a quienes pueden permitirse unas casas caras. Pero es eso: demagogia. Las familias numerosas no es que se las puedan permitir (de hecho, apenas pueden), es que las necesitan, porque son muchos a vivir en ellas, mientras que el valor catastral no entiende de número de hijos, sino de ara nada, es trouen a aplicar esenen mejores exenciones,terminan de caber. Pero como ellas, yo tampoco me voy a rendir: les dedmetros cuadrados a tanto el metro. Metros que habría que dividir entre los que viven en la casa, y ya veríamos… Y no son sólo más metros, necesitan más luz y más agua y más ropa y más comida y más material escolar. Y más artículo, pues tampoco me caben aquí del todo ni ellas ni su heroísmo cotidiano. Pero yo, como las familias numerosas, tampoco me voy a rendir: les dedicaré más columnas.



3 comentarios:

  1. El problema es que 4.000 entre 8 son 500. Si unas vacaciones que cuestan, por persona, 500 euros a la semana son lujosas, pregúntese alguna vez lo que cuestan por persona las vacaciones ya no digamos de la familia real, sino meramente de los políticos más conocidos de la derecha. Uno diría que le parece lujoso y "exquisito", en el mal sentido en que aquí se emplea el término, sólo lo que hacen quienes políticamente no le caen bien. Los otros parece que tienen bula.

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  2. ¡Pero si yo lo que pido es que ese método se aplique a todas las familias, hablando de bulas...!

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  3. Ignoro absolutamente cuál será el "método" al que aquí se refiere EGM; ¿quizá el de dividir el gasto vacacional entre el número de miembros? Si es así, a mí me parece muy bien. Pero 1) Yo sé que la propia Carmena habló de 8 personas, no de que todas ellas formasen parte de su familia; no es por tanto de familias de lo que aquí se hablaba. 2) Su propio grupo municipal dejó claro que, cito, "se paga las vacaciones "de su bolsillo" sin que la invite "ningún lobby". 3) Ni una palabra suya acerca de otros políticos, más cercanos a sus propias ideas, y sus gastos vacacionales, demasiadas veces ni siquiera pagados por ellos mismos.

    En resumen: no se trata, parece, de denunciar lo que está mal, sino sólo de atacar a quien políticamente no nos cae bien porque se haya tomado una uña, aunque haya que inventar o maquillar la uña en cuestión, y callar estentóreamente acerca de los afines, aunque se tomen abierta y sistemáticamente todo el brazo. Lo de la objetividad, como que no, vaya.

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