domingo, 29 de marzo de 2009
miércoles, 25 de marzo de 2009
domingo, 22 de marzo de 2009
Pues vaya con el animal silencioso...
¡
Nadie lo diría. Y no sólo por esto:
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Nadie lo diría. Y no sólo por esto:
Ante todo, el lince es un animal silencioso, aunque ronronea, gruñe, maúlla y bufa como todos los gatos. No es un león ni una pantera, pero le hemos oído rugir. También sabe aullar. [...] Los linces chasquean (sonido intenso ante una amenaza), gargarean (en el celo, durante el apareamiento o cuando la hembra se encuentra con sus cachorros) y resoplan. [...] También castañetean los dientes al hacer chocar sus mandíbulas (cuando están cerca de una presa a la que no pueden alcanzar, por ejemplo), y producen un sonido ronco, de baja frecuencia y que podría interpretarse como una manera de amenazar a otros ejemplares.Sino por la que se ha liado.
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domingo, 15 de marzo de 2009
viernes, 13 de marzo de 2009
Y dale con Chesterton
Por la fecha redonda de mi 40 cumpleaños el escritor José Ramón Ayllón me envió una recopilación de citas redondas de Gilbert K. Chesterton, un escritor redondo en todos los sentidos. Mi primer reflejo fue resoplar: “¡Venirme a mí con GKC a estas alturas, si no dejo de leerlo, releerlo, citarlo, traducirlo, prologarlo y —en la magra medida de mis posibilidades— imitarlo!” Pero no sólo había vanidad en mi vahído de protesta, sino una especie de cansancio que se percibe en el ambiente, como los primeros síntomas de una indigestión.
Realmente en España en los últimos años nos hemos dado un festín pantagruélico con las obras del gran Gilbert. Faltan dedos en una mano, y en la otra, y en los pies para contar las ediciones, reediciones, biografías, antologías, colecciones suyas que llegaron a las librerías. Y hasta ha habido una revista espléndida llamada Chesterton.
Los motivos para tamaño festín son variados. Por supuesto, su sustancioso talento. Luego, su humor: la gracia suele ser un problema para que los contemporáneos te tomen en serio (lógicamente), pero en cambio es un espléndido conservante. Mantiene la literatura tan fresca como el primer día. En tercer lugar, el ejemplo de Chesterton, defensor de la fe católica en un entorno hostil, ha sido, por desgracia, necesario para los españoles de estos últimos años. También hay un motivo económico-editorial que no conviene desdeñar: los derechos de autor de Chesterton flotan en el limbo, de manera que resulta muy sencillo y rentable editarle. A él, alérgico al capitalismo, esta última cuestión debe de divertirle bastante.
En cambio, resulta una paradoja tonta y, por tanto, no chestertoniana que quien se pasó la vida defendiendo verdades eternas y riéndose de las modas, sea ahora una fashion victim. Se ha puesto tan en boga que podría estar muriendo de éxito.
Pero no pasará de un leve resfriado. Cuando empecé a hojear las citas recopiladas por mi amigo, empezó, de nuevo, la fiesta. El mismo Ayllón acaba de publicar un libro, 10 ateos se cambian de autobús, donde cuenta, entre otras, la conversión de Chesterton, que ha vuelto a estremecerme por su amor a la verdad. El humor es un conservante, sí, y encima la verdad no caduca nunca. Por eso seguiremos leyéndole y citándole entusiasmados; incluso aunque esté de moda.
Realmente en España en los últimos años nos hemos dado un festín pantagruélico con las obras del gran Gilbert. Faltan dedos en una mano, y en la otra, y en los pies para contar las ediciones, reediciones, biografías, antologías, colecciones suyas que llegaron a las librerías. Y hasta ha habido una revista espléndida llamada Chesterton.
Los motivos para tamaño festín son variados. Por supuesto, su sustancioso talento. Luego, su humor: la gracia suele ser un problema para que los contemporáneos te tomen en serio (lógicamente), pero en cambio es un espléndido conservante. Mantiene la literatura tan fresca como el primer día. En tercer lugar, el ejemplo de Chesterton, defensor de la fe católica en un entorno hostil, ha sido, por desgracia, necesario para los españoles de estos últimos años. También hay un motivo económico-editorial que no conviene desdeñar: los derechos de autor de Chesterton flotan en el limbo, de manera que resulta muy sencillo y rentable editarle. A él, alérgico al capitalismo, esta última cuestión debe de divertirle bastante.
En cambio, resulta una paradoja tonta y, por tanto, no chestertoniana que quien se pasó la vida defendiendo verdades eternas y riéndose de las modas, sea ahora una fashion victim. Se ha puesto tan en boga que podría estar muriendo de éxito.
Pero no pasará de un leve resfriado. Cuando empecé a hojear las citas recopiladas por mi amigo, empezó, de nuevo, la fiesta. El mismo Ayllón acaba de publicar un libro, 10 ateos se cambian de autobús, donde cuenta, entre otras, la conversión de Chesterton, que ha vuelto a estremecerme por su amor a la verdad. El humor es un conservante, sí, y encima la verdad no caduca nunca. Por eso seguiremos leyéndole y citándole entusiasmados; incluso aunque esté de moda.
domingo, 8 de marzo de 2009
El valor del valor
El título del artículo podría leerse como un homenaje a los vascos y a sus comparaciones monocromáticas, tan graciosas: eres más listo que listo, que dicen para ponderar la inteligencia, por ejemplo. Y me parece bien que se lea así, aunque yo vengo a hacer un elogio a las primeras y valerosas declaraciones de Patxi López después de haber no-ganado-pero-ganado las elecciones autonómicas.
Afirmó: «Ya basta de amenazas, como si una profecía bíblica dijera que el PNV debe estar en el Gobierno siempre, y si no, se abren las puertas del infierno. El PNV debe asumir que es un partido más, y no un régimen o la religión de Euskadi». Hay que quitarse el sombrero (o la txapela, si nos ponemos diferenciales) ante lo ajustado de la expresión de López, cuyo padre era poeta, y algo se le debe de haber pegado. La pretensión del nacionalismo es mítico-religiosa y nada urge más que desactivar esa ensalada mental entre lo que es de Dios y lo que es del César…, o de Patxi: del que sume más apoyos tras las elecciones. Todo esto, a estas alturas, lo sabíamos casi todos. El gran mérito de López ha sido tener el aplomo de decirlo con una claridad meridiana y ante el ojo del huracán.
Las comparaciones del PNV, en cambio, están siendo más desafortunadas que desafortunadas. Aquello de Erkoreka de que será más difícil ver a López de lehendakari que a los cerdos volando fue feo. Y no tanto por su pensamiento desiderativo, que soñar es gratis, sino por la expresión en sí. Con el historial racista del nacionalismo, no huele bien la mención a los cerdos, ni aunque vuelen por los aires, que tampoco. Y la descripción de un Gobierno vasco del PSOE respaldado por el PP como “golpe institucional” y “frentismo español” sonaría a pataleta de quien no quiere soltar el mando en plaza, si no fuera por la zona de España en la que se hace. Si a eso sumamos las amenazas parlamentarias del PNV, que avisa de que dejará a Zapatero sin su asistencia, se ve que López necesitará mucha firmeza.
Los comentaristas políticos se han lanzado a las especulaciones, como es natural. Unos ya se felicitan por un acuerdo de los dos grandes partidos que podría sentar un valioso precedente para afrontar juntos la crisis económica. Otros, más temerosos, desconfían de Patxi López y aun más de ZP. Recuerdan sus trayectorias: la negociación con ETA, la estrategia general del PSOE de aislar al PP, el “plan López” de reforma estatutaria, el ejemplo de Montilla, etc.
Pero meterse a analizar los principios de un político tiene mucho de contradictio in terminis. En verdad todo depende de la aritmética del poder, y ahí lo cierto es que a Patxi López se le abre la posibilidad de gobernar con los apoyos justos y necesarios como para obligarle a desactivar los círculos viciosos de un nacionalismo con pretensiones de permanencia sempiterna y pseudo-religiosa. Hoy por hoy, la clave es que no le falte valor.
Afirmó: «Ya basta de amenazas, como si una profecía bíblica dijera que el PNV debe estar en el Gobierno siempre, y si no, se abren las puertas del infierno. El PNV debe asumir que es un partido más, y no un régimen o la religión de Euskadi». Hay que quitarse el sombrero (o la txapela, si nos ponemos diferenciales) ante lo ajustado de la expresión de López, cuyo padre era poeta, y algo se le debe de haber pegado. La pretensión del nacionalismo es mítico-religiosa y nada urge más que desactivar esa ensalada mental entre lo que es de Dios y lo que es del César…, o de Patxi: del que sume más apoyos tras las elecciones. Todo esto, a estas alturas, lo sabíamos casi todos. El gran mérito de López ha sido tener el aplomo de decirlo con una claridad meridiana y ante el ojo del huracán.
Las comparaciones del PNV, en cambio, están siendo más desafortunadas que desafortunadas. Aquello de Erkoreka de que será más difícil ver a López de lehendakari que a los cerdos volando fue feo. Y no tanto por su pensamiento desiderativo, que soñar es gratis, sino por la expresión en sí. Con el historial racista del nacionalismo, no huele bien la mención a los cerdos, ni aunque vuelen por los aires, que tampoco. Y la descripción de un Gobierno vasco del PSOE respaldado por el PP como “golpe institucional” y “frentismo español” sonaría a pataleta de quien no quiere soltar el mando en plaza, si no fuera por la zona de España en la que se hace. Si a eso sumamos las amenazas parlamentarias del PNV, que avisa de que dejará a Zapatero sin su asistencia, se ve que López necesitará mucha firmeza.
Los comentaristas políticos se han lanzado a las especulaciones, como es natural. Unos ya se felicitan por un acuerdo de los dos grandes partidos que podría sentar un valioso precedente para afrontar juntos la crisis económica. Otros, más temerosos, desconfían de Patxi López y aun más de ZP. Recuerdan sus trayectorias: la negociación con ETA, la estrategia general del PSOE de aislar al PP, el “plan López” de reforma estatutaria, el ejemplo de Montilla, etc.
Pero meterse a analizar los principios de un político tiene mucho de contradictio in terminis. En verdad todo depende de la aritmética del poder, y ahí lo cierto es que a Patxi López se le abre la posibilidad de gobernar con los apoyos justos y necesarios como para obligarle a desactivar los círculos viciosos de un nacionalismo con pretensiones de permanencia sempiterna y pseudo-religiosa. Hoy por hoy, la clave es que no le falte valor.
miércoles, 4 de marzo de 2009
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