jueves, 30 de agosto de 2012
Mana leche y miel
La tierra prometida mana leche y miel, avisa el Éxodo. Y uno lleva cuarenta años leyéndolo como una metáfora publicitaria para un pueblo de hambrientos. Sin embargo, tras darme una pasada por el canto VI del Infierno, he aprendido que es una descripción muy justa de un paraíso, donde los conflictos se han arrancado literalmente de raíz.
lunes, 27 de agosto de 2012
Pequeña hipótesis
Sé que no se trata de ninguna maravilla, pero, por un lado, está la vanidad de dar con la clave de lectura de una obra, aunque sea menor, y, por otro, la certeza de que, equivocada o no, esa clave mejora el libro.
Y luego está la advertencia moral: cuando uno empieza a preocuparse mucho por advertir sus pequeños momentos de felicidad, malo. La felicidad, como dice la dudosa traducción española, mejor inadvertida.
Y luego está la advertencia moral: cuando uno empieza a preocuparse mucho por advertir sus pequeños momentos de felicidad, malo. La felicidad, como dice la dudosa traducción española, mejor inadvertida.
domingo, 26 de agosto de 2012
Cuánto honor al Opus Dei, ahora sí
Siento mucho reincidir con el mismo artículo esta semana, con el juego que ya nos ha dado, pero se solucionó el traspapele y hoy sale en el periódico. Quiero agradecer especialmente a los amigos que se preocuparon un tanto por lo que podía haber pasado. Todo era nada, como era de esperar, pero en el ínterin me han acompañado muchísimo.
jueves, 23 de agosto de 2012
domingo, 19 de agosto de 2012
Cuánto honor al Opus Dei
Pasma que, tras
treinta años largos con una Constitución que garantiza la libertad de opinión y
la no discriminación por ideas ni creencias religiosas, vengan algunos
políticos, periodistas e intelectuales, con el silencio cómplice o cobarde de
casi todos, a proponer la expulsión de la vida pública de quienes pertenezcan
al Opus Dei. Hay que detectarlos, proponen, y sacarlos del poder ejecutivo y
del parlamento. Si son jueces o son magistrados del Tribunal Constitucional,
¡que se abstengan en cuanto afecte a sus creencias!; como si los que piensan lo
contrario no tuviesen las suyas (las contrarias), que, por lo visto, no les
inhabilitan, sino al revés.
Da pereza explicar
el disparate de esa discriminación, repasar los regímenes totalitarios que la
practicaron y enumerar los artículos de la Constitución y la normativa
internacional que vulnera; pero además es una pérdida de tiempo, porque el
berrinche sólo tiene una razón de ser. Saltan así porque se habla de poner coto
al aborto eugenésico, fíjense. Desde la aprobación del aborto, ha habido
ministros y jueces del Opus Dei, pero ellos, con la libertad absoluta que,
siempre dentro de la doctrina de la Iglesia, disfrutan todos los miembros de la
Obra, pensaron que había otros asuntos más importantes o prioritarios. Mientras
Trillo-Figueroa andaba preocupado en consensuar cualquier cosa con el PSOE,
nadie protestó por su pertenencia al Opus Dei.
Esto de
singularizar ahora y de este modo al Opus, es un inmenso honor: lo hace epítome
del movimiento pro-vida. Y eso, tan noble, también es inexacto y algo injusto,
porque hay muchísima gente pro-vida que no pertenece a la Obra, y que no es
católica, y que no es cristiana, y que no es creyente. De hecho, el ministro
que se ha atrevido a prometer que dará un paso en defensa de la vida ha sido
Gallardón, del que se desconoce fervor religioso particular, más allá de su
afán centrista. Con la jugada de identificar la lucha contra el aborto con un
grupo concreto de la Iglesia Católica, pretenden etiquetar y encerrar en un
compartimento estanco unas ideas y unos valores que van prendiendo en sectores
cada vez más amplios de la sociedad, y tal vez amedrentar a Gallardón. Yo, en
particular, les agradezco mucho el honorífico señalamiento, aunque les veo muy
clara la mala intención.
También veo que se
han puesto en evidencia, haciendo saltar por los aires los principios de un
mínimo decoro democrático y hasta del sentido común, para defender a toda costa
algo tan tan brutal como el aborto eugenésico, que consiste en eliminar los
fetos con minusvalías o malformaciones seguras o probables. O es eso o,
simplemente, la rabia de encontrarse, de pronto, tras treinta años, con un
debate ideológico sin complejos en un tema sustancial. No sé qué es peor: lo
primero da horror y lo segundo miedo. Aunque también podría ser una mezcla
confusa de ambas cosas.
[Este artículo tendría que haber salido hoy en el Diario de Cádiz, pero no lo hace.]
jueves, 16 de agosto de 2012
Vuelvo a la ortodoxia
Aquí y ahora acaba mi rebelión herética contra la disolución matrimonial que declara, solemnemente la Iglesia. Yo quería, ¿recordáis?, un matrimonio indisoluble para toda la eternidad. Me retracto. Dante me lo ha hecho entender. Sin libertad para querer, no se puede querer. En la vida, nuestras debilidades y distracciones ponen el punto necesario de inestabilidad al asunto, pero ya almas puras, esas no existirían. En el Cielo no seremos marido y mujer, sino que estaremos perpetuamente —si queremos— casándonos, bodas místicas.
jueves, 9 de agosto de 2012
Hip, hip, Hugué
Ese mirar la realidad sin esquemas retóricos o románticos concede una finura de análisis estético a Manolo Hugué que pasma. Confiesa: “La sola denominación de arte moderno me produce un asco espantoso, porque de hecho no hay más que un arte”. Y subraya: “Si el poeta de hoy sale discreto e intenso de verdad, entonces es como un antiguo. No hay ningún tipo de diferencia”. Se da cuenta perfectamente de la situación a la que habían llegado las vanguardias artísticas y se hace una composición de lugar indiscutible: “La encrucijada era clara: o volver a las simples formas eternas o entrar francamente en la farsa y lo cómico”. Lo más admirable es que acepta no sólo la encrucijada, sino el precio que habrá de pagar con ello con un aforismo impagable: “El que es eterno nunca es oportuno“.
domingo, 5 de agosto de 2012
Cuerpo a tierra
Tenía que haber escrito quizá de las declaraciones de Tomás Gómez a favor de una ley que impida a los miembros del Opus Dei acceder a las responsabilidades públicas por estar detrás —según él— de las reformas al aborto. Rinde así un inmenso homenaje a la Prelatura, haciéndola un epítome de la defensa de la vida. Pero qué pereza. Estoy muy desinflado estos días y he hablado, lógicamente, del cuerpo a tierra.
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